Llevo un tiempo enfadada con todo, conmigo misma porque nada me sale bien, y con el mundo, porque nos lo estamos cargando. Veo la televisión sin mirar, la oigo sin escuchar, porque solo consiguen amargarme el desayuno, la comida, la cena. Me cabreo con los políticos, con los banqueros, con los periodistas de prensa rosa. Me cabreo contra el Plan Bolonia, con los antipiratas (ergo SGAE), con las vecinas cotillas, con la distancia y con mi vacío interior cuando pienso en lo que me imaginaba de pequeña que tendría con 30 años... y lo que tengo con casi 31. Me cabreo con el mundo. No con todas las partes del mundo, pero en general, con el mundo. Hay rinconcitos que no se merecen ni una pataleta, porque son silenciosos, bellos, los fotografías en un instante con los ojos y se te quedan en la memoria para siempre. Y en esos rinconcitos me refugio para olvidar por unos instantes que estoy cabreada con el mundo.
jueves, 23 de abril de 2009
Mi cabreo con el mundo
Llevo un tiempo enfadada con todo, conmigo misma porque nada me sale bien, y con el mundo, porque nos lo estamos cargando. Veo la televisión sin mirar, la oigo sin escuchar, porque solo consiguen amargarme el desayuno, la comida, la cena. Me cabreo con los políticos, con los banqueros, con los periodistas de prensa rosa. Me cabreo contra el Plan Bolonia, con los antipiratas (ergo SGAE), con las vecinas cotillas, con la distancia y con mi vacío interior cuando pienso en lo que me imaginaba de pequeña que tendría con 30 años... y lo que tengo con casi 31. Me cabreo con el mundo. No con todas las partes del mundo, pero en general, con el mundo. Hay rinconcitos que no se merecen ni una pataleta, porque son silenciosos, bellos, los fotografías en un instante con los ojos y se te quedan en la memoria para siempre. Y en esos rinconcitos me refugio para olvidar por unos instantes que estoy cabreada con el mundo.
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