domingo, 31 de octubre de 2010

Demasiado tarde


Demasiado tarde para palabras perdidas,
Demasiado tarde para miradas cautivas,
Demasiado tarde para olvidar quienes somos,
Demasiado tarde para cerrar bien los ojos,
Demasiado tarde para un frente a frente,
Demasiado tarde, sonriendo entre dientes,
Demasiado tarde para que escribas canciones,
Demasiado tarde para albergar ilusiones,
Demasiado tarde para curar esta herida,
Demasiado tarde para la vida.

sábado, 30 de octubre de 2010

El gato de la Banda


Hay veces, que mirarse a los ojos y sonreír, es lo único que se necesita para ser feliz. Respirar, arreglar el mundo entre culines de sidra, y terminar por hablar de música, que es lo que verdaderamente nos une.
¿Sabéis lo que es el amor a primera vista? Ese amor, lo sentí yo por el gato de la Banda. Y mira por dónde, que es mutuo.
No tengo palabras para contar como fue la noche en que nos comimos Gijón entre canción y canción. Con cada recuerdo, mi corazón se llena de emoción, y estos ojillos somnolientos, de lágrimas. El gato, nos acechaba, nos seguía en cada rincón. Primero, las 28 botellas de sidra que iniciaron la noche. Luego, repartió cervezas, y hubo un momento, que desde un rincón, les observábamos, los dos, el gato y yo y entonces me di cuenta que ya era tarde. Ya estaban dentro, muy dentro del alma, cada uno a su manera: Josín, que necesitaba un abrazo. Rocío y David, con la de años al pie del cañón que llevan juntos. Gus, con su recetario para aprender a no hablar de garganta. Juan, emoción pura, como siempre. Bego, junto a él, desde hace tantos años que ya casi ni se acuerdan, valiente, capeando temporales porque ser mujer de un músico no es fácil y además fuerte, yéndose al día siguiente de doblete a trabajar. Y Fermín, mi hermanín de trinos, sin necesidad de hablar para saber en qué estamos pensando. Y las risas. Benditas risas. Yo sé que el gato, nos miraba escondido, de lejos y se emocionaba tanto como yo. Sé que echó de menos a los que faltaban, y que cuidó de nosotros toda la noche.


Fue como estar en familia. Vivir una noche con vosotros y darme cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible. Y que hay que aprovechar cada minuto disfrutando de cada una de ellas, porque las que dejemos pasar no volverán.
El gato, pasó inadvertido entre tanta risa y tanta complicidad. Nos subimos a la furgoneta, y se coló como un polizón, para ser testigo de excepción de fotos absurdas y ojos rojos por el flash. Luego, me hicisteis cantar, mal, como siempre, pero superé mi temor al ridículo porque estaba entre amigos. Hubo confidencias, abrazos, muecas y llamadas de teléfono a los madriles. Y cuando Morfeo se apoderaba de mí, y se me cerraban los ojos, un brazo hermano que recogió mi sueño y me acompañó a casa.
Se acabó la noche como empezó, casi sin querer. Con promesas de repetirlo pronto y abrazos sinceros de buenas noches. Saldé la noche con dos bajas: la funda de la cámara de fotos y la mitad de un anillo, que me había regalado Jessy por Navidad, y que ha quedado la mar de original, tributo la mitad perdida a una noche con la Banda.
El gato, nos dejó a cada uno en su redil, asegurándose de que estábamos a salvo. Cada uno con sus ilusiones, con sus esperanzas, con sus sueños. Y yo, ilusa de mí, creía que el verano se había acabado una noche de septiembre en un pueblo perdido de Zamora, y el verano nos encontró a la vuelta de una esquina de una calle de Gijón.

viernes, 15 de octubre de 2010

Agua

Agua de mar, sal en mi cuerpo. Gotas de lluvia, alegría en mi rostro. Ríos de mi infancia, lagos de agua helada. Pequeñas fuentes heladas, pozos artesianos que riegan verdes vegas, canales de agua dulce hidratando las huertas de este pequeño pueblo.
Glaciar Perito Moreno de mis lunas de miel, oceános de tu mirada, verdes. Pequeños regueros serpenteantes, balsa de aguas profundas sobre la que nos asentamos. Embalses de barrios de luna, que esconden pueblos abandonados por el paso de los años. Edificios por entre los que paseé, un día de infancia, cuando el embalse se vació por culpa de la sequía.
Goteo incesante que edifica estalactitas que construyen estalagmitas que tras el paso de millones de años erigen cuevas perdidas y profundas surcadas de ríos subterráneos de agua. Hasta el desierto está lleno de agua. Torrentes, tormentas, ciclones, tifones, tornados, vendavales, torbellinos, galernas, trombas, tempestades, borrascas...
Cantidades ingentes de agua  que se desperdician en tantos sitios...
Cantidades preocupantes de agua que FALTAN en demasiados sitios...
Somos privilegiados por amarnos rodeados de agua, somos afortunados por haber crecido junto al mar. Somos bienaventurados por poder abrir un grifo, rectifico, por tener un grifo para abrir, y que de él, salga agua. Y no voy a entrar en el lujo que supone que encima, salga caliente.
 
Hoy, 15 de octubre es el Blog Action Day, donde miles de blogs (con millones de lectores), nos hemos puesto de acuerdo para escribir sobre un tema: el agua. Si quieres más información solo tiene que clicar en los enlaces. En inglés, Blog Action Day y en español Actuable: Blog Action Day.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Versos tristes

Bicicletas viejas en desvanes olvidados.
Juguetes rotos debajo de la cama.
Un teléfono anotado en alguna parte.
El recuerdo. Mordiéndome.

Una hoguera de ropa ardiendo,
junto a la casa.
Humo gris negruzco, que significa despedida.
Cajas de galletas llenas de fotografías
viejas, en blanco y negro,
en sepias descoloridos y formatos olvidados.

Un columpio rojo,
de cadenas aseguradas a las vigas de madera.
Las tardes en el río.
Los churros de los sábados por la mañana,
los pollitos de colores en el mercado.

Coger guindas maldiciendo a los mosquitos.
Parrillas de julio y agosto.
El temor a los toros, en las fiestas,
con nuestros pañuelos rojos atados al cuello.

Y colores, siempre pinturas de colores.
Murales acrílicos, cuadros al óleo.
Y libros, infinidad de libros a mi alrededor,
a todas las edades.
Desde los cuatro años, siempre leyendo.

Colores que pintaron mi vida.
Libros que escribieron mi historia.
Mi infancia entre dos pueblos.
El inicio de mi familia, mis abuelos.

domingo, 10 de octubre de 2010

La de los días de lluvia (dos microcuentos)

1. ‎
- La de los días de lluvia. Ponte esa.

Mi madre siempre me decía lo mismo cuando era una niña. Ahora, soy yo la que doy indicaciones a mi hijo de seis años cuando llueve.

- Daniel, cariño, ponte esa, la roja, la de los días de lluvia.

Daniel ya lo sabe. La cazadora roja. La vieja. La ideal para saltar en los charcos del parque, la que a Mamá no le importa que se ensucie.
2.
La de los días de lluvia. Esa es la cara que traigo hoy al trabajo. Como siempre, mi jefe y mis compañeros se quedan mirándome atónitos, expectantes, yo diría que hasta con una pizca de miedo.

- A ver con qué nos sorprende hoy ésta loca - seguro que piensan.

A mí ya me da igual, después de cinco años, me he acostumbrado. Yo, voy a seguir trayendo al trabajo esta cara cada vez que llueva. Una gran sonrisa de oreja a oreja.

viernes, 1 de octubre de 2010

Trinos

Tumbarme en la cama e imaginar cómo duermes tú. Y tú. Y tú. Y tú. Y tú. Si, ya sabéis quiénes sois.
Pequeñas palabras que alegran mi alma a diario. Os imagino descansando, sobre las camas, colchones de plumas, edredones calentitos, protegidos, tranquilos... yo velo por vosotros.
Durante el día, comparto trinos, comparto ilusiones, comparto miedos, noticias, risas... comparto la vida. Durante la noche, unos pocos velamos por los demás. Yo, por ejemplo, mantengo el rabillo del ojo en el timeline mientras Morfeo intenta engañarme y atraparme en sus redes. Hay días que lo consigue antes, pero entonces, el insomnio de otro ocupa su puesto ante la pantalla, grande o pequeña, y mantiene viva la ilusión.
A algunos, les damos unos días de tregua, esperando, leyendo con atención, viendo si nos gusta lo que escriben y cuando nos queremos dar cuenta, nos han llegado tan dentro que es imposible dejarles marchar. A otros, ni siquiera les seguimos. Leemos sus biografías y pensamos, no me interesa, no lo necesito. Información redundante. Pero otros habrá que piensen lo contrario. Esa es la magia de estos trinos, hay sitio para todos y nunca te sientes solo.
Unos trinan sobre la vida, otros sobre política. Los hay que trinan sobre deportes y apoyan como legión a grandes hombres. Los hay que cuentan sus desventuras, sus alegrías... hay trinos que simplemente, buscan hacerte reír. Y luego, están mis preferidos, trinos que cuentan cuentitos que en vez de cuentos acaban contando sueños. Ironías al cuadrado. Reglas de tres de la literatura. Personajes encerrados en 140 caracteres.
Hay trinos que cuando se silencian, los añoras. Esperas, día tras día, leer unas palabras de ese pajarillo. Y preguntas, indagas... y un día, regresan, con más vivencias que contar, más tristes a veces, más alegres quizás. También ocurre al contrario, cuando no te lo esperas, no sabes que eres un trino querido, alguien especial para alguien. Y eso te sorprende, te agrada, y te ayuda a crear vínculos fuertes con todos esos ruiseñores.
A algunos, les conocías antes, a otros acabas desvirtualizándolos. Y el placer de darte cuenta de que no ha sido un acontecimiento nuevo, ni aislado, sino que se parece más a un reencuentro, es indescriptible. A otros, no les conocerás nunca, años luz de distancia lo impiden. Pero forman parte ya de tu vida... a través de los pequeños trinos, cánticos minúsculos dándote los buenos días y las buenas noches. Contándote noticias del otro lado del mundo, animando días de lluvia, aburridas tardes de domingo, o lunes al sol.
Llevo viajando entre estos trinos algo más de dos años. Y creo que será el viaje más largo que voy a hacer. Me va a llevar toda una vida.