Impávido ciprés, flecha puntiaguda que el cielo rozas
llanto agonizante que en el silencio explota
susurros, lágrimas, gritos y el desfallecer de una madre.
Miras la escena como un dios olvidado, silencio,
pasa el sacerdote cion su voz quebrada
y bendice en latín la negra caja.
Hombres y mujeres caminan callados
pero no te ven, al pasar a tu lado
todos tienen sus ojos de lágrimas empañados
alguien sostiene a la esposa en los brazos.
Un niño camina en silencio, pensando
y una lágrima cae por su rostro rosado.
Hace frío, ciprés y mueves tus manos
al son del viento, al son de la caja
llevada hacia el nicho con pies cansados
acompañado por llantos, lutos y salmos.
¿Qué ves, ciprés, allá en lo alto?
¿Ves quizás el cariño que le tienen al muerto?
¿Ves paz o ves lamentos?
Ciprés callado que escuchas las penas de los hombres
contesta mis canciones, contesta mis plegarias
dime si lloran por mí o dime si no existe el dolor
ciprés perdido que todo lo ves
dime si mi tumba será visitada alguna otra vez.
- ¡Habla! En este invierno frío
de la imagen del pueblo mío.-
Y el ciprés soñoliento, triste y cansado,
con un llanto de lluvia contestó callado.
Habló de los vientos fríos de invierno
habló de las nieves que lo cubrirían
luego sonrió al recordar el verano
y la amarga tristeza que la primavera traería.
Le habló de las flores entre las tumbas y nichos
le habló de los hombres que sí volverían
le habló de cuidados a la fría roca que sobre él yacía
le habló de la lluvia que se filtra en la tierra
y alimenta al ciprés que alimenta a los pájaros
y que cantan canciones en un idioma extraño
que hace olvidar a los muertos, su triste estado.
Y el de la caja negra sintió alegría al fin
¡pues era cierto lo del paraíso feliz!.
Febrero de 1996 (cosas que se me ocurrían con 18 años... sin retoques, así que espero sepáis disculpar cierta ñoñería...)
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