Crecí dándole la espalda a
caballeros y princesas,
Nunca me interesó tener
tirabuzones rubios por los que trepara un amante
Crecí dándole patadas a un balón,
Y si se terciaba, a alguna
espinilla contraria,
Crecí subiéndome a los árboles,
atrapando grillos y saltamontes,
Desollándome las rodillas en
caídas en bicicleta.
La vida tenía sentido si tenías
amigos.
Crecí echándole de comer a los
conejos,
Sentándome al sol acariciando
pollitos amarillos,
Cabalgando encima de mastines que
pastoreaban rebaños de ovejas,
Abrazada a la luna entre
historias de damas siniestras.
Crecí viajando en trenes y en un
127 blanco y ajado,
Crecí durmiendo en tiendas de
campaña cada verano.
Crecí sorprendiéndome con cada
pueblo nuevo descubierto
Y bañándome en todos los mares
que rodean este país
Que amé durante años y que estoy
empezando a odiar.
Ahora todo es inhóspito, lleno de hormigón y metal
Ahora todo es salvaje, todo es
vender o comprar.
Simplemente con recordar esos
viejos tiempos
Mis ojos se empañan, la tristeza
me embarga,
La luna decrece, las estrellas se
apagan.
2 comentarios:
Los comienzos son siempre fáciles, inocentes, dulces... Echar la vista atrás no es fácil ni es algo que se deba hacer salvo para "hacer memoria" y recordar de dónde venimos... Lo importante es el durante, los recuerdos, es lo único que nos pertenece. Por dentro somos siempre nuestros y, no hay mayor índice de felicidad que la nostalgia. Uno anhela las cosas buenas y, significa que hemos sido felices. Hacia delante, siempre, con lo que somos, con lo que recordamos... :)
¡Mil y un besos!
¿De verdad crees que la nostalgia es el mayor índice de felicidad? ¿No podría ser al revés? Ya que la opinión mayoritaria de la gente es que la nostalgia se siente cuando comparas el pasado con el presente, y el presente sale perdiendo. Ya sé que no tiene por qué ser así, pero es la idea más extendida. ¡Me gusta tu visión!
Publicar un comentario