Nunca he sabido estar sola.
Puedo disfrutar de una tarde, de una noche, de un trocito de día.
Pero en cuanto paso más de doce horas sin contacto con otro ser humano,
contacto real, digo, no teléfonico o virtual, me vengo abajo.
Los monstruos de mi armario se sublevan.
Los fantasmas del pasado revolotean, y los del futuro, me lanzan dardos.
La fantasía, que puede desbordarse en cualquier momento,
es difícil de contener.
Y a veces, esa fantasía, en lugar de ser fructífera,
y ayudarme a rellenar folios o a escribir poesía,
se toma la justicia por su mano y estalla en negra agonía.
¿Cómo le doy una patada en los cojones a la soledad?
¿Cómo recupero los trozos rotos de cariño?
¿Cómo recompongo mi vida?
Nunca he sabido estar sola.
Necesito una mano amiga que me levante cada vez que me caigo.
Necesito una mirada templada y serena que me haga ver
que la imaginación a veces no es buena compañía,
en especial, si es la única compañía.
Acabar hablando con una almohada,
cocinando para tu perra o luchando contra el sueño
a las diez de la noche, no puede ser saludable.
Que el cansancio me agote porque me cuesta dormir,
que la voz se me quiebre porque no haya con quien hablar,
que el silencio sea musa y música de los rincones de esta casa.
¿Cómo le devuelvo la alegría a este sueño?
¿Cómo recupero lo que perdimos?
¿Cómo conseguir que tus ojos brillen de nuevo al mirarme?
2 comentarios:
Me he sentido tan identificada con algunas partes de lo que has escrito, que has hecho que hasta las lágrimas se me asomen hoy, y aunque suene raro, gracias, porque le has puesto palabras a algunos de mis sentimientos. :)
Jo, muchas, muchísimas gracias. La verdad, eso intento, que os podáis sentir identificados con las cosas que escribo.
Gracias de corazón :D
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