Una se pasaría horas y horas viendo el reflejo de la luna sobre el mar. Observando estrellas temblar en el cielo. Abrazada a un imposible entre la niebla. Charlando junto a un amigo al lado de una botella de vino. Contandole confidencias a una amiga, tumbadas en una cama o ante eternas tazas de café. Paseando por la playa con la mar lamiendo mis pies. Aspirando el humo dulce junto a una guitarra que vibra por Camarón. Indagando entre las historias de Poe, Wilde, Kafka... oyendo graznar a las gaviotas tumbada en la arena, viendo el sol ponerse una tarde del mes de abril.
Una se pasaría horas y horas besando una boca húmeda y tierna por primera vez. Luchando bajo las sábanas por ser el ganador en el juego del amor. Destripando el sentido de una frase filosófica, planteada por un singular profesor. Durmiendo a pierna suelta la siesta bajo un pino, lejos del sol abrasador de agosto. Imaginando, en un coche, con la música a tope, que estoy en un concierto. Fotografiando caras amigas y paisajes casi olvidados.Abrigándome con una manta junto a alguien deseado y sentir su cuerpo temblando al lado del mío.
Una se pasaría horas y horas compartiendo risas con seres queridos. Buceando en el mar de la pasión. Identificando objetos volantes en el cielo. Arreglando el mundo con utopías en buena compañía hasta el amanecer. Respirando la paz de un cementerio un lunes por la mañana, cuando aún no hay nadie que rompa el silencio.
Una se pasaría horas y horas viendo llover a través de la ventana. Viendo nacer un potrillo o un ternero o un niño.
Una se pasaría horas y horas mirando tu rostro dormido. Escribiéndole versos a la luna. Escuchando a un amigo hablar sobre amor, sobre la vida, sobre la muerte. Visitando iglesias para intentar comprender, visitando mezquitas para admirar, visitando sinagogas para casi llorar, visitando por último a un psicólogo que me sepa explicar qué le ocurre a la gente. Los locos son los demás.
Una se pasaría horas y horas escuchando a un sabio hablar. Mirando a un niño reír. Sintiendo tu cuerpo sobre el mío y tus manos en mi rostro, siguiendo con tus dedos el contorno de mis labios.
Una se pasaría horas y horas mirando un teléfono, esperando que un oído amigo me quiera escuchar. Cultivado un huerto. Acariciando a un perro. Haciendo un muñeco de nieve. Suspirando.
Y escribiendo, sobre todo, escribiendo.
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